Han pasado siete meses desde mi última ruptura amorosa. Aunque ya no vivo en una montaña rusa diaria de emociones, mi mente de vez en cuando me juega malas pasadas.
El otro día, al ver las luces de la ciudad donde lo conocí, imaginé una escena digna de una comedia romántica: él aparecía en una fiesta con una bufanda roja y sus gafas, diciendo con un torpe pero adorable abrazo: “¡Qué casualidad verte aquí!”. Todo esto, claro, con una banda sonora digna de The Holiday (música aquí).
¿Ridículo? Tal vez, pero así opera nuestra mente al enfrentarse a una ruptura.
1. Emociones y pensamientos propios de una ruptura de pareja
Es natural que estos momentos de comedia romántica en tu cabeza te hagan preguntarte si tus emociones son normales, y la respuesta es sí.
Superar una ruptura de pareja puede sentirse interminable y, a menudo, frustrante. Lo que empieza como una oleada de emociones intensas —tristeza, rabia, confusión y ansiedad— se convierte en un cóctel de pensamientos como:
- “¿Fue la decisión correcta?”
- “¿Me volveré a sentir así alguna vez?”
- “¿Por qué sigo pensando en él/ella?”
- “¿En qué me equivoqué?”
Estas emociones son una respuesta natural a la pérdida. Nuestro cerebro está programado para aferrarse a lo familiar, y cuando una relación termina, entra en lucha para recuperar el equilibrio.
Las rupturas traen consigo un duelo necesario, similar a otros tipos de pérdida. Este proceso, aunque complicado, nos ayuda a evolucionar hacia una versión más fuerte y sabia de nosotras mismas.
2. Factores que dificultan soltar: idealización y nostalgia
Idealización: El futuro que nunca fue
Uno de los mayores retos para superar una ruptura es la idealización. Nuestra mente tiende a aferrarse a un futuro imaginado donde todos los problemas se resuelven mágicamente: la distancia, los conflictos, la presión del trabajo… Todo se ve perfecto en este guión alternativo.
Pero este “futuro ideal” no es más que un espejismo que amplifica las expectativas y nos desconecta del presente. El bucle del “¿Y si…?” nos mantiene atrapadas en una versión distorsionada de la realidad.
Nostalgia: Los recuerdos seleccionados
Después de una ruptura, la nostalgia tiende a resurgir con más fuerza. Nuestra mente selecciona momentos de alegría y conexión, ignorando los conflictos y dificultades que también formaron parte de la relación.
Idealizar y aferrarse a la nostalgia hace que olvidemos las razones reales que llevaron al final de la relación: las discusiones constantes, la frustración o la desconexión.
3. Cómo sanar una ruptura de pareja con autocompasión
Superar una ruptura no se trata solo de dejar que pase el tiempo, sino de cómo decidimos acompañarnos durante ese proceso.
Permítete sentir y no te juzgues
¿Te permites sentir el duelo o intentas minimizarlo? Es normal que los recuerdos y la nostalgia vuelvan, pero en lugar de luchar contra ellos, reconocemos lo que sentimos y nos tratamos con amabilidad.
La autocompasión implica aceptar emociones intensas como tristeza o ira, y tratarnos con la misma ternura que ofreceríamos a alguien que queremos.
Practica el autocuidado
Dedicarnos tiempo, rodearnos de personas que nos apoyen y reflexionar sobre las lecciones de la relación son pasos esenciales.
Cuando la nostalgia golpea, en lugar de hundirme, intento tratarme con comprensión y cariño. Practicar la autocompasión no significa evitar el dolor, sino aceptarlo como parte del proceso, recordando que merecemos sentirnos en paz.
Acompañamiento para sanar una ruptura de pareja
Sanar una ruptura es un viaje profundamente personal, pero no tienes que recorrerlo sola.
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Nuestro objetivo es ayudarte a recuperar el bienestar emocional, disfrutar nuevamente y construir una vida plena. Déjanos acompañarte hacia el equilibrio emocional que mereces.